Abu Dhabi significa literalmente "padre de la gacela" y es que en la
época en la que se habitó por primera vez en 1793 era un paraíso
natural. La ciudad ocupa toda una isla que cambió radicalmente a partir
de 1958 cuando se descubrió petróleo, y comenzó una nueva era. El jeque
Zayed empleó los ingresos del petróleo en infraestructuras tanto para
Abu Dhabi como para los otros emiratos ganándose el respeto e influencia
suficiente como para impulsar en 1971 la creación de los Emiratos Árabes
Unidos y convertirse en su primer presidente, cargo que ocupó hasta su
muerte cuando le sucedió su hijo mayor.
Hoy en día aun sigue el auge constructor y sus calles diseñadas con el
sistema americano de cuadrículas están llenas de rascacielos y modernos
edificios (fotos 1 a 3). La vía principal es la que recorre el litoral
llamada Corniche Rd (foto 4) con una estupenda, kilométrica y cuidada
playa que parece que no le interesa a nadie y estaba totalmente vacía
(foto 5).
En Abu Dhabi se encuentran algunos de los mejores hoteles del mundo. El
de más categoría es el Emirates Palace (foto 6) que a diferencia de
otros hoteles de super-lujo no es preciso alojarse en el para visitarlo.
El Hotel-palacio es inmenso: 400 habitaciones, 114 cúpulas, kilométrica
playa privada (foto 7), 1002 lámparas araña de Swarovski, en el
vestíbulo un tremendo reloj "Rolex" de oro (foto 8), y decoraciones de
lujo por todos los salones (fotos 9 a 11). Aquí uno se puede sorprender
con cualquier detalle, por ejemplo en los baños, en vez de las clásicas
máquinas que expenden "condones", hay máquinas expendedoras de oro en
piezas de varios tamaños y peso, cuestión de prioridades, supongo
(foto 12). En fin podéis husmear tanto como queráis en el hotel (foto
13), y lo mejor es que vuestra curiosidad no molestará a los clientes de
categoría, ya que las suites que son de alta categoría están en pisos
privados inaccesibles a la curiosidad del turista...