Dejamos el Moll d´Espanya y el
Maremagnum, para dirigirnos a la Barceloneta y recorrer su playa hasta la Vila
Olímpica (Villa Olímpica). Fue precisamente el impuso constructor de los Juegos
Olímpicos, lo que facilitó la recuperación para el uso ciudadano de toda la
fachada marítima, la regeneración de las playas, y la creación de un inmenso
parque a lo largo de toda la banda costera, donde se construyó la Villa
Olímpica.
Pero la Barceloneta no siempre fue así, hasta el siglo XVIII estaba
prácticamente deshabitada, luego por su cercanía al mar fueron los pescadores
los primeros en establecerse en esta parte de la ciudad.
Actualmente el barrio sigue teniendo ese aire de pueblo marinero ajeno a la
ciudad, con olor a sal, y los balcones con la ropa tendida.
La Barceloneta es uno de los mejores lugares de la ciudad para probar pescado
fresco, unas gambas, unas tapas, o la típica "bomba" una bola de patata rellena
de carne acompañada con salsa picante o el típico "all i oli" catalán (ajo y
aceite), y refrescarse con unas cañas (cerveza de barril). Nosotros optamos por
comernos una paella al solecito (foto 1), para luego ir a hacer la digestión a
la playa (foto 2).
Cuando se llega a la playa, el ambiente cambia, la Barceloneta es hoy un lugar
turístico y cosmopolita, con un ambiente vivo y a la vez relajado (fotos 3 y 4).
Una vez tomado sitio en la playa (foto 5), hay multitud de opciones, tomar el
sol, bañarse (bueno, en febrero solo hasta los tobillos)(foto 6), esperar
tranquilamente a que pase el vendedor de helados, o la "niña Thai", para darte
un masaje (foto 7), pasear por delante de los artistas que hacen esculturas con
la arena (foto 8), jugar el los parquecitos para niños (foto 9), hacer gimnasia
en los gimnasios públicos (Foto 10), y así sin darnos cuenta llegaremos hasta la
Torre Mafre ya en la Villa Olímpica , que igual que su gemela : el Hotel Arts,
son dos rascacielos de 44 plantas, lo que los convierte en los más altos de
España con 153,5 metros de altura...