Nuestro recorrido por la Selva Negra termina en Calw, allí fuimos porque
nos recomendaron un famoso balneario de aguas curativas-termales, pero resulta que dentro
del edificio muy bonito de los baños, solo había una piscina medio-olímpica, pero ningún
área para niños, por lo que decidimos ir a un parque acuático moderno, de esos menos
curativos, pero con muchas piscinas y zonas de diversión para todas las edades que
habíamos visto en el camino.
Pero antes y ya que estábamos dimos una vuelta por la localidad, allí nos encontramos
paseando por su ciudad natal, tal vez al escritor alemán contemporáneo más
conocido, además de premio Nobel Herman Hesse (foto 1).
Y en su centro histórico, peatonal y adoquinado, todos los tópicos habituales de la Selva
Negra: preciosas casas de vigas entramadas perfectamente restauradas, los mercados típicos
de frutas dominicales (foto 2), agradables paseos por las callejuelas del pueblo en busca de
una chocolatería cuando empezaba a chispear (foto 3), o de un "biergarten" (lugar
para tomar cerveza al aire libre) cuando salía el sol, el de la (foto4), situado en una
curiosa balsa flotante construida con troncos sobre el agua, tal como en la antigüedad se
transportaba por la región una de las riquezas de la región, la madera...