Intentar llegar a David Gareja, que es un primitivo complejo
monástico muy apartado y solitario al que se accede por laberínticas pistas de
tierra entre praderas semi-desérticas (foto 1), no es una tarea fácil, a menos
que se cuente con la ayuda de un local que te acompañe, como en nuestro caso
nuestra amiga "virtual" Maia, que ya ha dejado de ser eso, para convertirse en
una amiga "real del todo"...
Una vez sobrepasada la puerta principal (foto 2), y murallas (foto 3), nos
encontramos con un complejo de cuevas y cavernas excavadas en la roca (foto 4),
que se extiende en una vasta superficie, que incluso cruza la frontera y se
esparcen por el vecino país de Azerbaiyán, lo cual no supone ningún problema y
el camino que las recorre no tiene ninguna restricción.
El monasterio fue fundado por David, uno de los 13 padres llegados de la lejana
Siria en el siglo VI y que se estableció en una cueva, la cual hoy se puede
visitar, y se reconoce entre las decenas que hay, por una cruz de madera blanca
en su interior. Poco a poco le fueron acompañando otros discípulos, y a estos
otros discípulos que fueron abriendo más cuevas y monasterios por el país
extendiendo la religión cristiana, a pesar de los muchos aplastamientos sufridos
a lo largo del tiempo desde los mongoles hasta los rusos que usaron este área
para ejercicios militares. El caso es que lo que nos ha llegado hasta hoy está
en muy malas condiciones (fotos 5 y 6), y lo más grave aun es que no está nada
vigilado ni protegido, y cualquiera puede rayar la cara o poner su firma junto
al santo de su devoción, y si no lo remedian, pronto ya no habrá lugar en las
paredes pintadas de estas cuevas-iglesia ni para poner una firma, porque ya hay
más grafitis que pinturas antiguas...