Llegamos a Boa Vista de noche, así que la primera impresión de la ciudad la
tenemos cuando nos levantamos desde la terraza del hotel, una espléndida vista
sobre el Río Branco (blanco) (foto 1). Cuando se sale a la calle, la siguiente
impresión es de calor y bochorno, tremendo calor. Hasta las motos las protegen
del sol para poderse sentar encima sin quedarse la piel pegada en el asiento
(foto 2).
Vamos paseando hasta el centro histórico y la exuberancia de la selva tropical
se hace evidente en los puestos de fruta de los mercadillos callejeros (foto 3).
Una vez en el casco antiguo, a orillas del río, hay varias casas antiguas bien
restauradas y conservadas, y todas con un letrero referente a su historia. Por
ejemplo en el de la casa Bandeirante (foto 4), pone entre otras cosas, que fue
construida en 1898 y albergó una empresa y comercio que comercializaba
provisiones entre la Provincia de Río Negro (Manaos), y Nossa Senhora do Cormo
(Boa Vista).
De la casa de "Petita Brasil" (foto 5) dice que es un edificio neoclásico de
1892, edificado sobre el puerto por su abuelo Bento Ferreira Marques Brasil, una
de las primeras familias en llegar a Río Branco cuando la región aun pertenecía
a la provincia de Gran Pará.
Y de la Catedral por ejemplo (foto 6), dice el cartel que fue edificada entre
los años 1967 y 1968 por el ingeniero italiano Mario Fiameni siguiendo las
tendencia de tres símbolos: un arpa, un barco y una malaca indígena, y que la
mayoría de los obreros que trabajaron en la construcción, fueron indígenas
Macuxi y Wapixanas.
Por encontrarnos en fechas navideñas, todos los edificios públicos estaban
decorados con motivos navideños muy luminosos...