Así que tomamos dirección este hacia Playa Aguima, a la que llegamos
rápidamente y sin problemas, esta playa, es un precioso palmeral (foto 1), y
detrás de él una laguna ideal para el baño de los peques (foto 2), pero
desgraciadamente el lugar está totalmente expuesto al viento y lo hacía un
poco desagradable.
Unas personas del lugar nos comentaron que enseguida viene Playa Hueque,
pero que desgraciadamente el camino no llega hasta ella y hay que dejar los
carros antes. Decidimos investigar, y llegamos hasta la playa del Hueque:
larguísima, virgen, espectacular (foto 3), pero efectivamente los carros no
bajaban. Teníamos dos opciones, la fácil volver y acampar en Playa
Aguima, o la tonta y ridícula de abrir a pico y pala una trocha para bajar a
ella, lógicamente en estos casos sin saber porque siempre se toma la opción
absurda, y ahí estamos en la (foto 4), todos trabajando para abrir una
trocha, al más puro estilo de la que baja al aeropuerto. o sea bastante
precaria.
Pero la trocha tenía su sentido, y poco después nos condujo, poco menos que
al paraíso, o habéis visto un campamento más idílico que este (foto 5), bajo
las palmeras, en la misma playa, una playa larguísima y exclusiva para
nosotros (foto 6).
Pasamos allá un día y una noche enteritas, puro relax, solo estrellas y
palmeras en convivencia con el grupo. Se nos pasó demasiado rápido, y
regresamos, como queríamos, circulando por "nuestra playa", con la
incertidumbre de si superaríamos o no, la gran pendiente de tierra suelta de
"nuestra trocha", que se aprecia perfectamente al final de la (foto 6)