Lógicamente en un lugar tan impresionante, grandioso y amplio
como el fiordo de Geiranger, uno se puede quedar varios días, que lugares por
ver, o excursiones por realizar, no va a quedar, las posibilidades son infinitas,
y dependerán de las ganas y gustos de cada uno.
Montañas, cascadas, valles, granjas junto a los acantilados, recorridos en barco
por el fiordo, paseos por el embarcadero del pueblo, miradores en lo alto de
carreteras construidas en terrenos imposibles, y multitud y multitud de
senderos.
En el camping donde nos quedamos en Geiranger, a orillas del fiordo, casi todo
el mundo había venido a pescar, Ana probó fortuna con un anzuelo viejo que
encontramos, pero nada, así que realizamos un sencillo paseo hasta la reserva
natural Hyskje (foto 1) por un sendero que comenzaba en el mismo camping, y que
no era más que bordear el fiordo por su orilla hasta llegar bajo una de las
grandes cascadas que caen sobre el desde los acantilados. Atravesamos pequeñas
casitas de leñadores (foto 2), y sobre todo disfrutamos de otras vistas desde
diferentes perspectivas del fiordo, esta vez no desde la altura, sino desde la
orilla, un paseo agradable, solitario y espectacular (fotos 3 a 6).
Pero solo hay que mirar un mapa de la zona para inventarse recorridos, en
nuestro caso al ir con niños, pues sencillos, como subir hasta algunas de las
lagunas de alta montaña, pero accesibles en auto, para hacer un pic-nic
(fotos 7 a 9).
O perderse por cualquier valle vecino, buscando pueblecitos típicos, paisajes
(foto 10), cascadas larguísimas (foto 11), o riachuelos de montaña (foto 12).
Incluso podemos esquiar, ya que por aquí cerca hay una estación de skí de
verano, que aprovecha las nieves eternas de un glaciar, y se encuentra arriba
del pueblo de Stryn, y aunque nosotros no esquiamos, pues si disfrutamos y
pisamos un rato la nieve...