Kebili. Túnez

Octubre 2011

Una vez en el desierto, las poblaciones se cuentan por oasis, no tiene ninguna posibilidad un asentamiento humano de ningún tipo sin agua, ya se dedique a la agricultura o la ganadería.
Así llegamos al oasis de Kebili (fotos 1, 2 y 3) formado por un hermoso palmeral regado por una fuente llamada Rass el-Ain, y que hasta el siglo pasado fue un importante mercado de esclavos sudaneses.
Buscamos el manantial, con la intención de darnos un baño, pero nos tenemos que contentar con ver unas fotos antiguas colgadas en una pared de como era antiguamente (foto 4), más recientemente (foto 5), pero la realidad es que nos lo encontramos seco, o por lo menos no habilitado para en baño (foto 6).
Así que nos fuimos a dar una vuelta por el palmeral (foto 7), y nos metimos en una plantación donde toda la actividad gira en torno a las palmeras datileras. Estas palmeras llamadas por los botánicos "Phoenix dactylifera", tienen un tamaño impresionante, entre 20 y 25 metros de altura (fotos 8 a 15), con un tronco de hasta 80 centímetros de diámetro. Sus hojas de hasta 5 metros de longitud, y su vida de hasta 200 años, dando fruto a partir de los 5 o 6.
En las plantaciones, las palmeras están muy juntas, y protegen contra en calor a los árboles frutales que hay bajo ellas. Y la principal característica de ellas, es que sus flores son de un solo sexo, lo que exige una polinización artificial manual una por una, teniendo que trepar los obreros a ellas (todas palmeras hembra), y colocar ramos machos cargados de polen. En Septiembre y Octubre que es cuando nos encontramos ahora, comienza a madurar el fruto, y adquirir esa transparencia de color ámbar, en ese momento se envuelven en sacos de plástico para protegerlos de los parásitos, la lluvia y el polvo arrastrado por el viento del desierto. Ya en invierno se recolectan los grandes racimos de dátiles, subiéndose los operarios a lo alto de la palmera y cortándolos a machetazos...