La Torre de Burana (foto 1) construida en el año 960, se encuentra en las
ruinas de lo que fue la ciudad de Belasagún, importante cruce de La Ruta de la Seda en
Asia Central, donde se juntaban los caminos que venían de la moderna India, la elegante
capital Mavarannahr (ahora Ozgón), y la ciudad de Kashgar (importante centro cultural y
científico de la antigüedad), el propio Jenghis Khan se impresionó tanto al ver
Belasagún, que la renombró llamándola Gobilik (Ciudad de Dioses).
Burana, deriva de la palabra turca "munara" (minarete), y es que la estructura
cilíndrica original llegó a tener 45 metros de altura, desgraciadamente los sucesivos
terremotos la han dejado en los actuales 25 metros de altura, a los que se puede acceder a
lo más alto (foto 2) por una angosta, oscura y empinadísima escalinata difícil de trepar
y destrepar con Ana Sofía en el canguro.
Junto a la torre, aparte de un pequeño museo con los objetos arqueológicos encontrados en
la zona, hay un fascinante cementerio con cerca de 80 tumbas, y en muchas de ellas,
la efigie
del difunto cada una con sus rasgos característicos (fotos 3 y 4), tan claros que se puede
apreciar quien era de la actual Kirguizstan, o de Kazakstan por ejemplo, algo así como los
soldados de terracota de Xian en la China...