El mismo día que disfrutamos de
nuestra excursión al Preikestolen, sucedía en Noruega a poco más de 100
kilómetros de nosotros, concretamente en su capital Oslo, un trágico
acontecimiento que marcará por mucho tiempo la historia reciente de este país.
El ultraderechista y seguramente psicópata Anders Behring Breivik hizo explotar
un coche bomba en un complejo gubernamental matando a 8 personas, para
posteriormente dirigirse a la cercana isla de Utoya donde se celebraba un
campamento de las juventudes social democráticas y comenzó una matanza que acabó
con la vida de 68 personas, en su mayoría adolescentes participantes en la
acampada. En total murieron ese día 76 personas, algo muy difícil no ya de
entender si no de asumir por la horrorizada sociedad noruega.
Breivik se entregó a la policía tras más de una hora de intenso tiroteo
presentándose como "comandante" de un "movimiento de resistencia anticomunista
contra la islamización".
Nosotros nos enteramos de la noticia en la ciudad-puerto de Kristiansand, a donde
nos dirigimos para embarcar hacia Dinamarca, pero llegamos tarde al último
ferry, y nos tocó quedarnos allí.
Paseamos por una ciudad, que se encontraba desierta (fotos 1 a 6), o mejor dicho
conmocionada. Todos leyendo y mirando las primeras fotos que aparecían ya del
que había cometido los atentados. Pero sobre todo la gente estaba en las
iglesias y en las plazas públicas, allí se congregaban espontáneamente,
doloridos y conmocionados, sin poder explicarse que puede llevar a alguien que
vive entre ellos a cometer semejante atrocidad. Y todo el mundo se reunía en
torno a velas colocadas en los altares o simplemente en el suelo, guardando
respetuoso silencio por las víctimas. Era realmente conmovedor asistir a esa
muestra colectiva de dolor y respeto por unas víctimas inocentes (fotos 7 a
9)...