Nos encontramos lo más al oriente de Venezuela que se puede, donde ya se
acaban los caminos y el gran Orinoco se rinde al mar, por el único capricho de
mi hermana que quería comerse una piraña. Yo le dije que eso no es un problema
en Venezuela, pero que primero tendría que pescarla, y que el Delta del Orinoco
sería el lugar ideal para esa pesca.
Así que nos embarcamos en Piacoa en una pequeña curiara y nos internamos en el
impresionante Delta del Orinoco.
Saliendo de Piacoa, en seguida conectamos con el río principal (foto 1), que
aunque lleva mucha corriente, tiene aspecto de tranquilo y pacífico. Pero al
cabo de un rato de navegación nos salimos del cauce principal, para explorar sus
pequeños caños, y ríos en los que se divide y con los que forma el delta del
Orinoco. Navegando por ellos se aprecia la exuberante flora y fauna de la selva.
A ratos se estrecha, la vegetación cierra el paso, hay troncos caídos que hay
que retirar, pero en cualquier caso el paisaje es brutal de precioso (foto 2).
Por el camino hacemos un alto en el río para darnos un baño (foto 3). Mi hermana
que no tiene muy claro eso de ir a pescar pirañas y bañarse primero, ni se baja
de la barca. Pero ya fresquitos y después de haber atraído a las pirañas,
comienza la pesca (foto 4). Hay que tener mucha paciencia, y sobre todo mucha
suerte, y al final cayó una (foto 5). Yo se que es un triste balance pescar una
sola piraña en todo un día toda la familia, pero entre todos hicimos felices a
mi hermana, que cumplió su deseo (foto 6)...