Este escaner demuestra que por muy preparado que se tenga un
viaje, hay que estar predispuesto a olvidarse de los planes e improvisar un
poco. Salimos con una reserva para un albergue de montaña en una estación de
esquí de la Selva Negra alemana, a unos 800 kilómetros al sur-oeste e Berlín, y
terminamos durmiendo esa noche en unos alojamientos del equipo de futbol de la
localidad de Pirna unos 200 kilómetros al Este de Berlín en la frontera con la
República Checa (ver mapa). ???Que pasó¿¿¿
Pues que la noche antes de salir se puso a nevar duro en Berlín, y no paró hasta
la mañana, amaneciendo un día espléndido, pero con más de un palmo de nieve en
toda la ciudad y gran parte de Alemania. Por mucho primer mundo en el que vivas,
por mucho que limpien las carreteras, era imposible que todo el país estuviera
limpio en un par de horas, pero aun así salimos muy temprano, muy despacito, con
todas las calles llenas de nieve, igualmente la autopista que aunque ya habían
limpiado un carril, estaba todo congelado, camiones patinados atravesados en la
autopista, muchos accidentes por el hielo y la nieve, todo un caos mayúsculo, en
más de una hora por la autopista apenas llevábamos 50 kilómetros recorridos,
estaba claro que a ese paso no llegaríamos nunca al sur, teníamos que buscar una
alternativa más cercana. Paramos en el primer Mc Donalds de autopista que vemos
y sacamos el mapa a ver donde estamos y que hay alrededor. Y vemos que si
cambiamos de dirección a unos 100 kilómetros al este están las montañas de lo
que aquí llaman la Suiza Sajona, podría ser una buena alternativa, y para allí
nos dirigimos.
Pirna es una antigua ciudad muy tranquila con su plaza de mercado (foto 1), y
sus iglesias con campanarios antiguos (foto 2). Todo el centro está muy bien
restaurado, todas sus casas lucen espléndidas (foto 3), y es que estamos en la
Alemania oriental, la parte de la antigua DDR comunista, donde todo se abandonó
por décadas, y hoy vuelve a brillar, aunque en algunas esquinas nos encontramos
con los viejos símbolos del pasado como este bonito "traban" (foto 4).
Preciosos balcones (fotos 5 y 6), calles peatonales (foto 7), lugares soleados y
románticos (foto 8), aunque también tienen fresco el recuerdo de la crecida del
río Elba de la Primavera del 2002 cuando su nivel creció y creció hasta llegar a
la marca que veis sobre la cabeza de Heike en pleno pueblo (foto 9), tuvo que
ser muy dramático para sus habitantes. Hoy el río que atraviesa la ciudad estaba
en calma, y los patos se acercan tranquilamente a que les den de comer (foto
10)...