Hay dos maneras de llegar a este fabuloso y sagrado lugar para los indios Navajos.
La primera implica una larga caminata con toda el agua y comida para varios días ida y
otros tantos vuelta por inhóspito y desértico territorio, con el agravante de necesitar
un guía y un permiso que tardan varios meses en conceder.
La segunda son solo cuatro horas de viaje placentero en un yate turístico con todas las
comodidades, bar, etc, (foto 1) y nos deja en el mismo "Rainbow Bridge" (foto 2), ya
que este al ser un auténtico puente por el que debajo pasa un río, se recorre este hasta
llegar a él.
Ni que decir tiene que aunque nos hubiera gustado la primera opción, logísticamente es un
poco complicada, y cuando uno mira el mapa y ve la cantidad de territorio en el que no hay
absolutamente nada más que desierto, es una suerte que exista esta turística segunda
opción.