La localidad de Rheinsberg en Brandemburgo se asocia a su castillo
(fotos 1 a 3), y este a Federico II el Grande el cual dijera al hacer
balance de su vida "Siempre me persiguió la desdicha, solo en Rheinsberg
he sido feliz".
Aunque después de la Segunda Guerra Mundial, el palacio se acondicionó
como sanatorio, hoy se ha vuelto a restaurar, y aunque aun no se ha
completado esta restauración en su totalidad, hoy podemos ver más de 30
salas. La visita comienza en el puente sobre el foso de agua, desde
donde se pueden admirar cuatro estatuas en lo alto que simbolizan a la
retórica, la música, la pintura y la escultura. Del interior destacan la
sala de los espejos, el gabinete de Baco, la Cámara Roja y varios
aposentos (fotos 4 a 8). Luego saldremos a pasear por los extensos
jardines (fotos 9 a 11), desde donde tendremos buenas perspectivas del
palacio. Se conservan los elementos arquitectónicos de la época con
diferentes estatuas que representan a las diosas romanas de las flores,
los frutos y la primavera.
Una vez fuera de palacio en la localidad de Rheinsberg, se puede
disfrutar de un paseo en barca en el idílico lago de Grienericksee (foto
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