Irse de copas por la noche siempre ha estado de moda en Madrid, pero con la edad como que eso ya no me apetece tanto y he redescubierto una vieja
tradición también tan castiza como las tapas, la tortilla de patatas, el bocadillo de calamares o el Cocido madrileño.
Por supuesto me refiero a salir en cuanto sale un poquito el sol a tomar un vermut a una terracita, mas que tradición podríamos incluso hablar
de religión.
La historia recoge que fueron los egipcios y los griegos los que empezaron a macerar vino con especias y plantas aromáticas; raíces, cortezas, flores o
frutas. Porque el vermú es eso: vino blanco con ajenjo y macerado o infusionado durante meses con aromas varios. De ahí salen las variedades que se
disfrutan de grifo, en botella o en forma de cóctel; y que pasean por la paleta del rojo, rosado y negro al blanco. Esta bebida castiza de orígenes
medicinales ha vuelto a las barras y tabernas de la ciudad.
En todos los barrios de Madrid hay multitud de vermuterias, en los varios viejos
están las mas populares: En Chueca o La Latina, pero igual que hay
vermuterias centenarias, hay neotabernas, tabernas chic, de diseño, de barrio,
además de multitud de cutrebares. Por lo que es un agradable trabajo
ir recorriendo Madrid en busca de tu vermut favorito.
El vermut se sirve con unas olivitas, o con cualquier otra tapa. Hay bares especializados en tapas como caracoles, mejillones, anchoas, boquerones y
un sinfín de aperitivos mas.
Así que cuando alguien te diga vamos a tomar un vermut...apúntate...repetirás y te encantara decir eso de !Manolo, ponme una más|.
Y al que le guste la variedad, en Madrid también tenemos las "porras", los "cafelitos"
así esta claro porque canta todo el mundo en las calles
eso de "Madrid, y como no te voy a querer"...